26 oct 2010

Alimaña

El ritmo que cruza la ventana de mi interior, gime bajo y profundo, me invita a la costumbre externa y reclama las sombras que acechan las calles. Peligrosamente, me traslado a tu memoria.
Ya no es secreto, el minino se acerca lentamente por que a descubierto mi fragilidad y sigilosamente escala mis piernas, nada distrae su mirada, sus ojos estan muy abiertos y sus lineas dibujan la perfecta naturaleza que alimenta mi sensibilidad actual, mientras ocurre la transformación salen llagas en mis manos y las sombras se convierten en los adornos que conforman mi espacio, espacio acomodado por mi ilusión.

El ser tras la puerta esta comenzando a sospechar, desde el agujero observa, poca fiebre y una premonición, tal como ya había pasado.
Sin importarme me abalanzo por el tragaluz, sucede cada noche, la niebla me ingresa en un sueño sin fin hasta que la cortina de humo amarillo me adormece. Instantes donde el alimaña se desvela y la exaltación comienza a suceder, por fortuna puedo reírme de mi, pero por desgracia, aquel lobo me doma. Con el aroma a sangre me sabe excitar, el hambre no quiere acabar, se bautiza con la sangre que cae de mis labios, lluvia encarnada que se derrama sobre Medellín, fluido escarlata que proviene del animal que esta aquí.

En pleno vuelo me armonizo con los sonidos que nacen de las huellas que marque en aquel ser, se esconde tras el portón y correspondiente a ello me chilla desde su infiernillo, lo hace cuando corta la sangre jugosa, no puedo recordar su nombre pero el aroma es muy usual.
Estas lineas parecen eternas, mientras estoy despierta las tonadas parecen tocar algo diferente, mi aleteo apetece el desierto y así poder soltar la alimaña al viento, dejar de buscar el sin nombre, ya que aquí todo esta repleto, es normal que no pueda recordar su nombre.

Enciendo de nuevo el humo y sobre la cama, el espejo se rompe, corta mi piel, el alba toca la puerta y el ser tras la puerta desaparece.

Así comienzo a dar pasos en este terreno rocoso, sin zapatillas que puedan cubrir los punzones de la carretera, cruzando el camino con la experiencia de estar sobria, el animal pide que lo alimente hasta el fin, el silencio en este laberinto eterno llama al misterio. Quiero buscarte de nuevo, ah eso he llegado, peligroso sentimiento.

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Claudia Krisztina