La noche me encierra en un desafiante sueño que mientras me estafa con imágenes absurdas, usurpa mi apetito, convierte mi sonrisa en una mueca irónica y dibuja en mi rostro las líneas de un payaso lleno de contradicciones. Esto siempre sucede cuando encolerizada no encuentro el fin, y como la insistencia no cesa por que soy la dueña de todos los delirios tengo que adentrarme en conceptos abstractos para resolver lo que quieren decirme. Y aunque el tiempo los va convirtiendo en casi nada y los entierra en el fondo de tierra húmeda logro rescatarlos por que mis precipitaciones intensas en forma de lluvia, pedrisco, granito o nieve, rompen todo para encontrarlos.
Así se disputen entre mi realidad y mis deseos por medio de los celos, así las sensaciones que me debilitan se confabulen en mi contra para que piense en historietas chinas que no se entienden en mi lengua, así tenga que buscarlos eternamente, el masoquismo me ayuda a soportarlo con carcajadas ficticias de arlequín sarcástico en medio del frío arrollador y el tiempo perdido en palabras que al parecer no cumplieron su objetivo.
No basta con haberme desnudado y mucho menos haber enterrado secretos que aparecían entre sombras, parece que ahora la perfección tocó a mi puerta pero tengo la llave equivocada, tengo que salir por detrás recordando que todo hace parte de un plan para poder llegar donde solo falto yo por llegar.
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