1 oct 2010

22 Lu kjas

Unas cuantas huellas hacia la consola que se localiza en la embocadura de aquel concurrido espacio, puro en mano y el ocaso cítrico que me aspira son las señales importantes de que esto era lo que buscaba hace un rato, el ansia tiene su respuesta.
El aspecto de la ciudad se encuentra muy característico, dos misteriosos ancianos ocupan uno de los tableros y yo me siento cerca mientras sus voces comienzan a contornear mis orejas danzando al ritmo con un auto que prende y la carcajada aguda de una joven que atiende una llamada en su móvil. Dentro de mi, el mismo pensamiento, tu sutil recuerdo que tan solo en pocos segundos lo acerco de nuevo, la sonrisa triturada me instruye sobre la inocencia que se atreve sin ningún miedo a perderse, todas tus puertas totalmente abiertas y tu cuerpo cristalino me tiene conmovida.

Una palabra derivada de aquel abuelo interrumpe mi mención; la muerte, el deceso, el fin, por parte de ellos no me sorprende, hace mucho la están esperando... ¿Acaso puedes tu imaginarlo?, no, instinto, resonaste en medio de un puñado de egoístas que se aprieta con fuerza mientras destruyen su mundo sin darse cuenta. Tu apenas lo construyes, cada abrir de ojos te muestra una nueva oportunidad mientras le dices basta a tantas reglas que corrompen tu materia y tu energía.
Cada día estas mas lejos de la ancianidad, el mundo esta en tus manos pequeño recuerdo. En algún momento fuiste una cría, adoleciste, ahora eres joven y permanecerás en la juventud eternamente.

¡Las campanas! mis ojos divisan el gran reloj que se encuentra en la torre de la iglesia que actúa en el cercado. Calcula el tiempo mientras lo nuestro hace parte de tan solo un fragmento que parece ser eterno y sigue marcando pasos, marcando segundos, pero, el tiempo sigue contado, siempre lo hemos contado.
No obstante, pensando en la vida, pensando en la muerte, aquí estas tu agujero negro de reservas, para mi tu existencia es eterna, tan eterna como el misterio que me produce acceder a tu organismo.

Ahora no es la voz de los ancianos quien me interrumpe, es la voz de quien espero, me voy rumbo a mi destino con tu recuerdo hasta poder vislumbrarte de nuevo.

Hoy, por esa fracción; me gasto, 22 Lu kjas.

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Claudia Krisztina