3 sept 2010

Ceguera

Permanezco con los ojos cerrados usando un poco de esta sensación que produce la demora de la gravedad que en ese subterráneo se encuentra, ahora transita en mi para transformarse en belleza, brisa mágica que se manifiesta en este instante agitado, y pensar que tengo los ojos cerrados, estoy ciega. El tiempo se suspende, mi corazón vibra deprisa y mi mente anhela.
Traspasa instantáneamente la supuesta ocasión negada en la que estoy a la espera y espío como el vidrio cae en la ventana y transfieren los rayos de la luminosidad nocturna, tengo mis lentes oscuros y recrean en mi vista todo el movimiento externo. Poco a poco la velocidad va disminuyendo y la luz escarlata estrena intensidad.
La puerta se abre, mis pies palpan la calle y comienzo mi ruta expresiva hacia el portal del castigo que me ha reclamado esta noche, tan dulce y tan ardiente, las voces resuenan con su eco lento y hablan tan despacio como lo hacen mis movimientos.
Todo gratuitamente se abre ante mi, solo resbalo por los escalones y llego a la jaula donde la noche se hace eterna y las horas nunca cuentan. Buscando mis razones, se detiene más el tiempo cuando encuentro tu esencia trasnochadora. No es la primera vez que se cruzan las miradas, desde un comienzo quedaron marcadas las lineas que se trazarían en nuestros ojos.
Al parecer todo sucede lentamente, la noche es rápida pero el encuentro no, los días agitados pero la ansiedad que produce la espera del cruce puede más que el instinto de vivir.
Siente el silencio, siente el silencio, todo se ha apagado, momento surreal donde todo se junta y se unta, hay sol, hay luna, hay mar, hay estrellas, no hay nada, estamos tu y yo evadiendo la mañana que retorna, tratando de ocultarla hasta que la energía se agote, conozco el final, abrir los ojos después de tan apasionada ceguera... y la noche no basta... pero hay que descansar.... después de tanto sueño tengo que volver a cerrar los ojos, pero sin ti.

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Claudia Krisztina